Ayúdame a hacer de mi vida un altar para Ti.
Ayúdame a no perder el rumbo,
a no creer que hay algo de valor más allá de Ti.
Ayúdame a mantenerme firme
y no tratar de actuar por mis propios medios,
esforzándome para conseguir no sé qué.
Ayúdame a construir mi vida
con los cimientos de tu pureza,
esa que siento en mi corazón cuando me aquieto.
Que esta pureza tuya sea mi refugio
en medio de la tormenta de la superficie,
y que conduzca y guíe mi vida
hacia la seguridad del Hogar.
Y que este Hogar se haga cada vez
más y más grande, más y más amplio,
y que pueda ofrecer al mundo
tu seguridad, tu descanso, tu dicha.
Ayúdame a que mi mirada se mantenga en Ti.
Y que cuando la voz del mundo llame a mi puerta,
me encuentre enraizado, uno en tu presencia.